El futuro de los peajes en España
Finalmente no habrá nuevos peajes en las carreteras españolas en 2024. Eso no significa, sin embargo, que esta posibilidad no vuelva a aparecer en el horizonte dentro de unos años. Por si acaso, ya hay algunas propuestas sobre la mesa y siempre estará el ejemplo del resto de países europeos para una implementación “rápida” en caso de que sea necesario.
La Comisión Europea ha rechazado el plan de España para implementar peajes en las autovías a partir de 2024, siendo reemplazado por el impulso al transporte ferroviario. La Comisión aceptó esta sustitución al considerar que el sistema revisado de comercio de derechos de emisión ya incluye al transporte por carretera.
El Gobierno español se había comprometido previamente a estudiar peajes en las autovías como parte del acuerdo por los fondos europeos, pero esto generó un gran revuelo y se encontró con la oposición de varios sectores, incluyendo partidos políticos y transportistas. Finalmente, debido a la presión económica y social, el Gobierno decidió revertir esta decisión y eliminar los peajes previstos a partir de 2024. Eso sí, nadie puede garantizar una “vuelta a la carga” en un futuro próximo.
Y, cuándo lleguen… ¿cómo serán?
Desde el Ministerio de Transportes ya se habían barajado diferentes opciones (y descartado el modelo privado) y, entre los sistemas de pago más factibles aparecían varias posibles fórmulas de financiación, presentes en otros países del entorno europeo.
La primera sería un peaje por distancia recorrida, a través de un dispositivo instalaco en el camión. Estos dispositivos registran la distancia recorrida por los vehículos y realizan el cargo directamente en la tarjeta de crédito del conductor. Este sistema busca que, quien más use la infraestructura tenga que abonar una cantidad mayor que aquel que sólo lo hace de manera esporádica.
Una variante de este tipo es la instalación de arcos al comienzo y al final de la autopista, siguiendo el modelo de la autovía entre los municipios vascos de Beasain y Bergara, que ya sanciona a los vehículos que no abonan el peaje. Sin embargo, la opción que se veía como más plausible era un sistema basado en tecnología satelital, similar al método utilizado en Alemania, donde se requeriría una viñeta anual universal. Además, cada vehículo estaría equipado con un dispositivo de peaje que calcularía y facturaría el costo según los kilómetros recorridos o el tipo de vía, utilizando la ubicación vía satélite conectada a la unidad a bordo.
¿Qué nos encontramos en Europa?
Aunque. de momento, España no vaya a implementar este pago extra, sí que se trata de algo muy común en otros países del entorno, tal y como sucedía aquí hace apenas unos años. Por eso, este es un repaso de lo que se “estila” en el resto del continente, y que no pille a nadie de sorpresa.
Como no podía ser de otra manera, el primer viaje es a la vecina Portugal, donde existen diferentes tipos de vías de peaje. Por un lado, están las tradicionales, con cabinas de pago, y además de esta son muy comunes los peajes automáticos, que leen la matrícula y cada cargo se transfiere a una cuenta bancaria asociada con el vehículo, o bien a través del telepeaje. Un quebradero de cabeza para quienes no tengan instalado este dispositivo, ya que no es posible meter unas monedas en una ranura como alternativa. Estos están señalizados con el cartel Electronic Toll Only y hay un sistema de arcos con cámaras que detectan la matrícula del vehículo y pasan el pago a una cuenta bancaria asociada previamente por internet o en una máquina al inicio de la carretera. Easy Toll, Tollservices y el Tollcard son las maneras que se ofrecen para hacer el pago, si bien hay que tenerlas preparadas antes de pasar por una de estas vías. Por eso es recomendable estar bien informado si tenemos que viajar al país y evitar, así, sanciones.
Un caso bien distinto es el de Francia, donde solo el 1% de las carreteras tiene peajes, explotados por empresas privadas y gestionados por el Estado. Son, eso sí, las más importantes del país. El precio medio es de 8 céntimos el kilómetro, variando según el tipo de vehículo, su antigüedad y si la carretera tiene infraestructuras específicas como puentes o túneles. Su sistema de pago es muy similar al que aún se encuentra en algunas vías concesionadas de España, con una tasa fija en algunas vías, mientras que en otras se recoge un ticket a la entrada y se deposita a la salida con un cálculo del precio según el recorrido.
En otras naciones como Italia la mayoría de las autopistas son de peaje. Estos se cobran, de manera similar a Francia, según la distancia recorrida y el tipo de vehículo, en función de los ejes y la altura. El pago se realiza en las barreras con tarjeta o en efectivo.
A su vez, como ya se visto en algunos supuestos de Portugal, hay países donde no hay autopistas con barreras, cabinas o peaje electrónico, pero sí sistemas de peaje basados en la compra de una viñeta. Las viñetas son adhesivos que hay que comprar y pegar en el parabrisas antes de circular por la autopista para evitar las sanciones en los frecuentes controles. Estas viñetas pueden comprarse por periodos de tiempo. Austria, Suiza, Eslovenia, Eslovaquia, Hungría, República Checa, Bulgaria, Rumanía o Montenegro tienen este sistema.
En el otro extremo están aquellos lugares sin autopistas de peaje, como es el caso de Finlandia, Estonia o Luxemburgo. También hay situaciones “híbridas” como las de Irlanda, que cuenta con un sistema de telepeaje sin barreras en la circunvalación de Dublín, o Reino Unido, cuyas carreteras son de uso gratuito, si bien hay algunos puntos de peaje, como el puente del Támesis en Londres.
¿Peajes para los más contaminantes?
Por otro lado, con las nuevas leyes de descarbonización son cada vez más las localidades que establecen algún tipo de pago para acceder a determinadas zonas con vehículos de combustión. De momento suele afectar a zonas urbanas, si bien es probable que también se extienda a las carreteras de alta ocupación. En España ya existe de hecho el ejemplo de un programa piloto desarrollado en la salida del semienlace de la AP-8 en Orio, donde la Diputación de Gipuzkoa estableció de manera temporal el cobro de una tarifa variable que premiaba a quien menos contamine. Así, durante la semana del 6 de febrero de este año, un sensor remoto se encargó de medir la presencia real de gases, más allá de lo que diga el distintivo ambiental de la DGT. El dispositivo estaba dotado de una cámara de visión artificial y dos sensores ópticos, que detectan el vehículo y pueden medir en tiempo real la longitud de onda de compuestos como el dióxido de carbono y otros contaminantes.
Aun así, todo esto podría cambiar de la noche a la mañana, sobre todo teniendo en cuenta que los criterios cambian casi cada año. ¿Volverán a bajarse las barreras de los peajes en España?